miércoles, 29 de febrero de 2012

VINKO KALINIĆ (CROACIA): "UN MANOJO DE POEMAS" ("RUKOVET PJESAMA")








Traducción: Željka Lovrenčić






A la memoria de Vinko Nikolić


 Al poeta que sin embargo regresó
(Pjesniku, koji se ipak vratio)


Mientras destrenzo tu pelo canoso
y con infantiles manos rebusco entre las sombras de tu cara
que exhala extraña y quieta ternura
- suave ternura como puesta del sol después de la tempestad –
frente a mí se vislumbra la lejanía

de tus poemas saco las palabras
las parto como almendras
las abro como a los paquetes que
 sin saber mandaste a mi dirección   

(¿quién sabe con qué motivo
quién sabe por qué razón?)

en ellos encuentro
 calles que nunca pasé
países en los que nunca estuve

y en todo palpo lo mismo
el corazón desgarrado del poeta
Šibenik
llanto de un niño eterno
al que no dejaron crecer

y flores de un jardín    
     
diminuto mirto blanco  
del que con gusto
trenzo la corona


de este
tierno aunque
inútil
verso
     



Ves como te quiero 
(Eto, kako te volim)


Ves, como te quiero: como aves
que salen de viaje a través del océano
sin tener en cuenta ni el tiempo ni  la lejanía
ni  las fuerzas necesarias
para cruzar el ancho mar,
sin preocuparse de las lluvias, tempestades, ni la furia
de los vientos
ni de dónde dormirán, ni de qué comerán
ni de si esperarán el alba en vida

ves, porqué te quiero: porque en mí despiertas
lo indecible y lo más fuerte de la vida
lo que y a ellos persigue hasta el cielo
anhelantes ante todo el calor

sin pensarlo, sin hacer cuentas, sin cobertura,
como una, va toda la bandada –
sólo extienden sus alas y vuelan al vacío
embelesados, igual que yo a tus ojos
sólo al sordo azul mirando

y vuelan así, creyendo
que llegarán
al final del
mundo


 El Dios del mar y la rosa de los vientos  
(Bog mora i ruža vjetrova)



Tú vives en mi cabeza
y yo lo sé

recuerdo y el momento
en que dejaste de ser mujer
y empezaste a ser mi destino

descuidada, pasaste en mi mañana
volátil, frágil, salvaje y feliz
con la sonrisa contagiosa como el peste

pasaste así
como los vientos que vienen
y se van,
y de nuevo regresan
sin saber
ni como se llaman
porqué se levantan  
ni a dónde van

y yo estaba parado
como ahora estoy parado
mudo y 
estático
mirando como creces
y como eres cada vez más grande:
más grande que la calle por la que andabas
más grande que el puerto que te abrazó
más grande que el mar que en su roce  
devolvía el eco de tu divina voz
más grande que el cielo que en su inmensidad
te reverenciaba
a ti
y a tu sombra
- más grande que todo
 lo que hasta ahora ha habido
o  habrá

tú vives en mi cabeza
y yo lo sé

apareces como una sombra
volátil, frágil, salvaje y feliz
como nunca fue, ni nunca habrá
otra mujer

y creces
hasta que no crezcas más grande que todo
lo que en mi cabeza vive

y cuando eres silenciosa como el maestral del verano
y cuando eres salvaje y fría como el viento del norte
y cuando estás loca y más ardiente que el sur
- siempre se trata de la misma rosa
  
aquella que pasa por una mañana
que hace ya tanto voló
de sonrisa contagiosa, como la peste,
salvaje y feliz, que ofrece las manos
que de la nada crea alguna forma
que al sinsentido haga algo lógico
y yo sigo parado – del mismo modo
como cuando estuve estático
esa, remota mañana que voló
- ¡esa mañana solemne, la más solemne de todas! –
sigo hoy como estaré
 y cuando pasen tres millones de años

tú vives en mi cabeza
y yo lo sé

de la misma manera que sé
- si alguien me busca alguna vez –
me encontrará una mañana
en miles de partículas petrificadas de luz
en la sombra de tu sombra, en la ceniza ardiente

como al desmoronado
antiguo dios del mar,
como arena,  
estaré por todas partes,
en donde aquella mañana
pisó tu pie        


Mi - gu - el
(Mi ha el)


No te preocupes, no te he olvidado
aunque no nos oímos hace ya siglos.

En lo profundo de la noche,
todavía escribo versos por ti.
Y en el día, bebo a menudo de la
misma fuente invisible  
por la que me porto como
un niño.

Ocurre, de momento
y cuando estás al otro lado del mundo,
que te veo claramente:
como  sombra en un espejo roto –
¡que eres liviano como una nube! – como un rayo de sol,
árbol desnudo, desenredado en su copa.

Y en la ciudad
entre el bullicio, vocerío y ruido -
tú estás. ¡Tan cerca!    
Siempre del lado del cielo.

Y si el alma te necesita,
bajo a la orilla,
en el crepúsculo, en la mañana –
cuando los pescadores dejan el puerto,
escucho como duermes,
y respiramos como uno,
con los vientos,
en su rumor.

Cada día miro tus fotos
en facebook.

Sentado en la habitación,
por la ventana, la pared, los ladrillos
te tocan mis sueños.

Y siempre encuentro una nueva forma,
un agujero, un poro, alguna arruga
en el universo, en el cerebro, en el techo,
para volver a ti, para volar como la gaviota
que siempre vuelve al mar.

Y sucede, siempre de nuevo,
no sé por cual gesto,
que perdidos y sin objeto
caminamos sobre una carretera
que no lleva a ningún lugar y en la que
no hay nada,
donde crecen sólo ortigas, moras y maleza.

Y cuando mis pensamientos son dispersos
y atontados como peces,
y aunque mi voz no te roce,
igual, yo te susurro con cariño.
A veces grito como loco, de voz en pecho,
cuando subimos allá al lado donde
todo está desnudo,
donde no hay nada, ni vegetación ni plantas,
allá en la altura, en el cerro,
sobre la corteza cerebral, en el carrusel,
bajo aquella misma corteza
donde tiemblan la paz y el desasosiego,
en donde giran juntos
el universo
y mi imaginación.

Y podría así
contarte muchos días –
¡y todavía más!        

¡En serio!
¡Pasa!

Me encuentro así – de día y de noche,
simplemente floto, desaparezco, me desvelo.
Y cuando abro y cuando cierro los ojos,
como transparente pájaro que no se durmió:
allá donde está el Sol, y están las estrellas,
también está tu rostro.

¡Te veo a través de mis pestañas!

Te detienes por un momento y me haces señas desde lejos,
sin lógica alguna – cada vez más lejano, y más grande y
más lejano.
A través del cielo se derraman tus dedos,
se agita tu mano, toda blanca y blanda,
como el follaje que tiembla en la lluvia otoñal.

No te preocupes,
no he dejado de quererte.

¡Oigo todos tus pasos!         
 
Y cuando la vida es amarga,
vana, vacía,
insoportable como el invierno esquimal,
y cuando el corazón se aprieta
como erizo encogido y
no le interesa nada,
le es suficiente sólo
murmurar tu nombre.

¡Lo sé!

¡Nadie es como Dios!
Quizá ni Dios existe,
quizá todo son ilusiones,
quizá y yo soy supersticioso.

Sin embargo, me gusta todo lo tuyo.
Hasta aquellas que te besan
en vez de mí. 
       
No importa donde estás.
Moscú, Londres,
Nueva York, París, Qatar,     
… da igual.

¡Lo importante es que
existas!

¡No importa con quien estás!
Negra, amarilla, blanca….
a tu sombra toda la gente es bonita.
Te digo,
lo único que quiero,
algo sin que El Globo,
no tendría sentido,
es la risa en tu cara, delgada, lisa,
que rebusca una mano invisible,
como de la lira la cuerda.
Por ella, uno siente terror
e insomnio
en la cabeza, en el cerebro, en el alma,
y escucha y calla
y arde del deseo
de nacer de nuevo,
sin aplazamiento, sin dilema,
en cualquier lugar,
en cualquier época.

Cuando ya no puedo,
cuando me eres completamente lejano,
yo estudio hebreo.
¡Y me comunico con onomatopeyas!         
En vez de a ti, escucho
como suenan las palabras.
¡Y siempre de nuevo
encuentro algo totalmente tuyo
- en aquellas más bonitas!  

Ambiel, Amitel, Armisael,
Asariel, Boel, Comissoros, Darel
Egibel, Elemiach, Enediel
Gabriel, Guabarel, Hagiel
Israfel, Lailah, Lalahel
Librabis, Mehabiah, Rahmiel
Spugliguel, Talvi, Tezalel, Uriel *

¡Sobre todo MI GU EL
- ángel de la victoria! 

A la sombra de esa palabra santa
nada pueden hacerme
ni derrotas ni calumnias.

¡Pues, qué gire el globo
como se le de la gana!

Ve a donde quieras ir.

En mi corazón de todas maneras
serás así como eras.
Siempre en el mismo lugar.

Siempre igual, sin fin y puro,
En el centro de todo –
te amaré mientras que existas.

Komiža, 25 de abril de 2010       




Amabiel – ángel del valor
Amitel -  ángel de la verdad
Armisael – ángel de la creación
Asariel – ángel de la imaginación
Boel – ángel del silencio
Camissoros – ángel de la juventud
Darel – ángel de la esperanza
 Egibel – ángel del afecto
Elemiach – ángel de la generosidad
Enediel – ángel de la ternura
Gabriel – ángel de las buenas noticias
Guabarel – ángel de la sabiduría
Hagiel – ángel de la amistad
Israfel – ángel de la creatividad
Lailah – ángel del porvenir feliz
Librabis – ángel de la totalidad
Mehabiah – ángel de la confianza
Rahmiel – ángel de la compasión
Spugliguel – ángel de la felicidad
Talvi – ángel de los milagros
Tezalel – ángel del amor
Uriel – ángel de la luz
Miguel – ángel de la victoria  

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