Irena Vrkljan nació el 1930 en Belgrado. Es poeta, narradora, ensayista, traductora y escritora de dramas para la radio. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de Zagreb y en la Academia de Cine en Berlín. Ha publicado más de veinte libros de diferentes géneros literarios: poesía, novela, prosa autobiográfica y ensayo. Escribe guiones para series de televisión y radio. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas. Ha sido ganadora de diferentes premios literarios. Es escritora profesional y vive entre Berlín y Zagreb. Entre sus obras destacamos los libros de poesía Soba, taj strašni vrt (La pieza, ese terrible huerto, 1966) y U koži moje sestre (En la piel de mi hermana, 1982); las novelas autobiográficas Svila, škare (La seda, las tijeras, 1984), Marina ili o biografiji (Marina o sobre la biografía, 1987), Berlinski rukopis (El manuscrito de Berlín, 1988) y Dora, ove jeseni (Dora, este otoño, 1991), los libros de ensayo Naše ljubavi, naše bolesti (Nuestros amores, nuestras enfermedades, 2004) y novelas Posljednje putovanje u Beč (El último viaje a Viena, 2000) y Sestra, kao iza stakla (La hermana, como tras de vidrio, 2006). Ž. L.
Traducción:
FUI ÁRBOL
(Bila sam drvo)
Fui árbol y tuve ramas.
¿Dónde están amigos de la infancia?,
ahora cerrados en cuartos ajenos,
en lejanas torres de multicolores paisajes
a las que ustedes fueron uno por uno,
como larga y cansada procesión diaria,
mientras que el pegajoso sedimento del tiempo cayó entre nosotros
entre nuestros rechazados gorros, pelotas y libros.
Hubo años y hubo momentos
que con sus transparentes dedos
compusieron palabras, peatones, gente,
y levantaron una pared derecha en la que están ustedes,
en la que no están ustedes, amigos,
y yo estoy en su búsqueda,
con su imagen cambiante
en el fondo del vaso del que se derramó el agua,
miro su oscura huella ¿dónde desapareció?,
¿qué tierra absorbió sus cuerpos?,
y su súbita caída.
Fue una ciudad y en ella la casa conocida,
en los oscuros atrios tan conocidas escaleras,
pero ahora todo es diferente
y yo no tengo a nadie a quien visitar,
está cerrada la puerta tras de la que me espían,
no abren, y por mí se mueren
desnuda y cruelmente como el hambre.
Amigos, surtidores de una corta alegría
que les alimentó y les alejó de mí
en un extraño e inevitable olvido
que y yo tengo que aprender,
vuelvan por las cosas que aún guardo,
porque hay que poner las cartas de nuevo en las cajas,
las fotografías en algún álbum viejo,
el amor de vuelta al corazón,
si esto fuera ahora todavía posible,
ahora, cuando la montaña crece entre mis deseos
de verlos, una alta y densa
cortina de horas vacías
que cae como cascajo por mi sendero desierto.
Fue la época cuando fuimos
sólo un intento de comprensión o de amistad
que ya no necesitamos, que ya no está
en el estrecho espacio del recuerdo que tengo de ustedes
que quizás en realidad nunca existieron
salvo en mi alegría que detrás de su frente veo
la posibilidad de que fueran cercanos, y de alguna manera humanos.
Fui y hubo amigos,
no pude sólo imaginar todo eso,
un gran sol y una pequeña noche sin miedo,
forma de algún ojo, dolorosa superficie de la palabra,
ese frío paisaje en el que ya no florece
ni un árbol, ni una rama.
CARTA DE NUESTRO TRABAJADOR A SU CASA
(Pismo našeg radnika kući)
Llevado por el azul que aquí no es azul,
crece en tus entrañas el sabor del arbusto de la mora
del centro del Campo de Sinj*
* Sinj - ciudad situada en el condenado Split-Dalmacia. Es conocida como el centro de la región de Cetinska krajina. (n. de t.)
y se queja por tu ausencia.
Consternado con las imágenes que persistentemente vuelven:
el camino de piedra que lleva al tío Jorge,
y las culebras, los insectos y las nacaradas lagartijas
caen en tu cara, en tu miedo a los recuerdos,
sobre ti cae la lluvia de tu pueblo bajo la montaña
y el pan que ya no es pan,
desde que ya no lo asa tu madre
en el crepúsculo del salvaje cielo y del sol;
él ahora se pone detrás de tu corazón.
Con las mangas remangadas estás parado en la construcción en Moabit
y miras en la lejanía de tu carta,
que cae sobre el mantel de hule
en una pieza lejana, al fin del mundo;
se apaga la vela, se calla el pájaro en la jaula,
la vecina vestida de negro lee en voz alta tu carta,
la flor de la infancia se marchita en tu fotografía enmarcada,
tu madre calla, no sabe leer.
Te veo en el metro, en todos los andenes de esta ciudad,
siempre llevas consigo una maleta vieja y la insegura mirada del extranjero,
tu mano abraza el vacío y desalentada, desista;
te paras aquí y miras al Campo de Sinj, en lo infinito del recuerdo,
esta es la tierra que se pega a tus pies, tu andar, zapatos gastados,
baúl invisible lleno de ovejas y viñedos,
ella yace en ti, ella te envuelve,
tu tristeza es también de su piedra.
AUTORETRATO
(Autoportret)
Cabello despeinado,
corazón completamente pequeño, color de naranja vieja
y más arrugado
en el seco y frágil baúl del cuerpo,
la risa se trasladó a otra parte,
lágrimas en el papel de periódico barato en color,
los poetas se mueren rápido,
está mojada la mano en el guante,
la otra ya no la tengo,
siempre dos pasos ante la cara de la anciana,
un poco de muerte, un poco de crueldad,
un poco de amargura en los labios,
de nuevo han olvidado a alguien,
soy un ovillo de alambre,
una sombra de cuerpo en la calle
es suficiente para paralizarme.
Guardia en el pedestal de la esperanza
que una vez fue mi amiga,
cuando aún era posible un pino de vidrio
y el mundo como camino
de mí hacia ti.
¿Qué quedó?,
almíbar de una calle
en la cual yo ya no estoy,
pañuelo lejano
y una ventana baja.
Dicen
que para la poesía es un problema
la palabra napalm o sangre, palabras difíciles,
es largo el cortejo de los cuadros asesinos,
sin embargo, la tierra existe aunque el pan en el estaño
ya no tiene sabor a sol,
y el recuerdo puede desteñirse, dicen,
quizás, la poesía así yace en el tambor ruidoso,
como trébol que es el signo de la blancura en el detergente,
dicen
ya no hay nada, no hay nada más,
y el resto de miel en mi corazón de repente se evapora,
sin embargo, el amor es tierno y en acuerdo con la lluvia
que cae sin cesar
de una casa que conozco, que recuerdo,
cae al poema, a pesar de todo,
cae, vive y crece.
NEVABA MIENTRAS ESCUCHÁBAMOS A MOZART
(Sniježilo je dok smo slušali Mozarta)
No veo tu vestido azul,
en la pared quedó el color de cielo
y yo ahora sólo escucho
el poema vidrioso del hielo,
diste la espalda,
la nieve cae constantemente,
el viento se llevó al amigo,
el viento se llevó el verano,
y las campanas, las campanas lo buscan.
En el rincón oscuro de nuestro cuarto
ahora viven tus recuerdos,
es frío este diciembre,
a ti quizás ya no te gusta el invierno,
¿dónde está ese niño
que existía antes de ti,
tiempo vacío y silencioso,
y aquella nieve extraña
que cae con temor
en tu camino lejano?
No estás en el viejo espejo,
es turbio mi día de invierno,
y yo no sé
¿si todavía escuchas
su loca, plateada voz
o estás sola
al lado de otras orillas,
otra gente,
y sólo yo estoy solo?
Aún existe mi recuerdo,
sonido que te lleva
a algunos juegos de antaño,
y el paisaje blanco de la flor
a través del que se deslizan
cuentos de hadas, la nieve y los trineos,
y nuestro triste amor,
esa estrella extraña y fría
que con ansiedad cae
en tu congelado camino.
(Obitelj i vid)
Afuera, la pieza de la escuela huele a cera, nieve completamente fría,
la mitad del alma de mi madre
me abandona con el índice levantado
y vive en alguna otra parte, desconocida,
rápidamente me pongo el abrigo y abro todos los radiadores
en mi lindo mayo,
así cantaron siempre los gitanos echados en la arena,
eternamente resuenan los pasos viejos,
los animales, el cielo y la educación fueron negros.
Afuera, viento brillantemente blanco,
mi familia vive con dos cunas,
un ataúd, las novelas viejas y con la laca color caoba
en una casa cerrada, en una casa cerrada con llave,
y yo me pongo la gorra hasta los ojos, orejas y hasta los labios,
el alma abandonada del juicio es multicolor,
ninguna luz, las paredes de cemento no tienen grietas,
pero las tasas con florecitas pasan sonoramente a través de ellas,
pobre mi piel que cultivaron
en el labirinto de las peleas y las querellas.
Me escondo cien veces, no logro huir,
afuera la nieve, el frío.
La huella de los años es desnuda.
BALADA ACERCA DE LAS COSAS
(Balada o stvarima)
I
¿Quizá exista la razón para esos árboles,
que crecen tan comúnmente en el cielo
con su memoria de jugos y de sol,
quizás tienen una razón
pequeño cascajo en la garganta del arroyo
y nubes quemadas, enterradas por el viento,
quizás una vez se detenga el reflejo de la muerte
en el ojo abierto de las aguas,
y desaparezca la amarga pregunta imprimida
en el movimiento del reloj?
¿Quizá el silencio de las palabras sea
y demasiado viejo para entender
la razón sin nombre de crecimiento
o el cansancio del bosque norteño,
quizá haya en esa amenazante paz de la resina
un orgullo lastimado o tristeza,
igual como todas las urnas soñolientas
llevan el sueño del comienzo de la noche
y con su murmullo adornan
una constante pregunta en la sangre del follaje?
¿Quizá el grito sea sólo silencio
que regresa con la persistencia de su eternidad
o la promesa de los años estables,
quizás en la amarga palabra de los pinos
existe el origen de las más dulces hierbas,
que prohibido con querido engaño
lleva su confianza a renovadas plantas,
miedo y comprensión
que cuida los árboles y desiertos bronceados
de una muerte más silenciosa que la nieve?
¿Quizá en el centro de una flor
alguien encuentre su propia rostro
y la desmedida razón de su cuerpo convierta
en alegría que comprende
ese suave contacto de la tristeza y de los siglos?
II
Habría que despertar a las cosas dormidas
que viven en la sombra de los lagos de cal
y su duración incorpórea
rodeada de pedazos de aire y tierra
abrirlas hacia el noble mar.
Habría que suavizar
el cruel orgullo de las formas vivas
como helados sonidos en las cataratas del oído,
como reloj constante en un sol
y las cosas presentes con su sonrisa,
esa pequeña alegría ante los siglos,
presentarlas como regalo al pasajero detenido.
Habría que tocar su silencio
y ser ligero como la cercanía
entre la sangre y las venas,
como un hilo revestido de luz,
y entregarse como espuma
a esa eterna voz de las piedras
que graban su tímida respiración
en nuestra carne y nuestros días.
Habría que despertar las cosas dormidas,
ese sueño que rodea la vida
y atarlo a su corazón.
TARJETA A UN AMIGO IMAGINARIO
(Dopisnica imaginarnom prijatelju)
¿Todavía espías la lluvia
preso en el mundo de tu cuarto,
entre las sombras
con sabor a recelo,
volteas aún tu cuerpo
hacia los trenes
que cargados con nuestra soledad
viajan al encuentro de un sueño aventurero?,
¿entiendes,
como en otro tiempo,
por qué tan a menudo pienso
que sería necesario
de nuevo elevar cometas
y dirigirse al sol,
hasta la luna enamorada del mar?,
como en otro tiempo,
¿te acuerdas,
cuando en la esquina del teatro
miraba las ventanas soñolientas
detrás de las cuales te imaginaba,
y llovía
y el día era igualmente amargo
frente a la tienda de agrios,
y el día estaba igualmente cansado
de los tentáculos del neón
que inquietan
la respiración del cielo?,
como en otro tiempo,
¿te acuerdas?,
te compré un caballo de madera,
porque te gustaban los paisajes lejanos
porque te gustaba mi sonrisa
la que nunca habías visto,
y esto fue tan fatal
para ese encuentro imaginario,
para los días que quisimos,
y para esa lluvia
como en otro tiempo,
¿te acuerdas?
LIADOV: “BOITE À MUSIQUE”
Cuando abro esta triste caja,
voz sorprendida de niño que llora,
voz perdida en alguna lejana parte y para siempre,
siento el tacto de tus dedos
suave polen de sueño en los labios
sonrisa ingenua que vive en el corazón frágil
una noche, un poco triste,
cuando abro esta caja melancólica
que canta de su crepúsculo
de la olorosa flor de tilo
que la ilumina una vieja lámpara
de los tiempos de nuestra juventud,
sus párpados están cerrados
y el baile dura bajo ellos,
juego inocente de mi enamoramiento,
que gira
y gira
hacia una pequeña sombra en un patio desierto,
donde está un carrusel gastado y vacío,
embebido en sus recuerdos
en su único tiempo de belleza transparente,
y él susurra
y él canta
él es una conversación un poco cansada
sobre mi irreal otoño que se marchita,
en esta caja
en este amor.
(Soba, taj stašan vrt)
Ésta es mi pieza para el miedo, con pequeñas cosas de vidrio
que como bolas multicolores adornan este espacio, y él está roto,
ese terrible huerto dentro de paredes de ruda argamasa
o blanco yeso, da lo mismo,
el cuarto o la caja en la cual vivo cada tarde
seguramente y al mismo tiempo me destruye, mi paz aparente,
mi obediencia que no es renuncia,
y yo cada día obediente en ella coloco los años, el destino, la muerte,
repaso el recuerdo a la hierba y las gavetas de alguna voz,
callo, canto y duermo.
De esa manera en la pieza palpita algún otro tiempo,
en las alamedas ya cae el follaje y tardío verano,
y las ventanas se visten de nieve, con rencor y apasionadamente,
el viento habita en el reloj, él corre desenfrenado,
la lluvia en la lámpara de cobre que se apaga por ella,
y fantasmas, los fantasmas silenciosamente entran en ella.
La pieza de cansancio y de silencio, fiel y entregada sólo a mí,
de lujoso llanto amarilla, enferma y a veces agotada,
el jardín del trágico secreto, loca recolectora del tiempo
guardada en mi corazón como una terrible enigma
de las blancas, audibles escenas en la memoria,
de la gente que ya no existe, de mí que cambio;
su vida que es de mi polvo.
Pieza alta como un abismo, y su huerto de imágenes inútiles,
esa tarjeta de todas las batallas, bodas y funerales
viaja entre mis manos, gira y se marchita como flores antiguas,
me defiende, me cerca y aprieta
como el tiempo en el fondo de un vaso, resto de algo bonito,
y eso sigue existiendo aquí, la orgullosa rosa del infierno
en la que existe y algo de suerte.
Oh, soledad amada, habitación de mis espantosos crepúsculos,
hasta la garganta del agua, palabras y traición,
húndete con tu cautiva vida en alguna región lejana,
viaja a un país de oscuridad
y defiende los pequeños pasajeros de los eternos, cercanos días
que quieren llegar a ti, una vez,
inhiba todas mudanzas, el traslado de las cosas, la compra de muebles,
quédate así desesperada, bella, tan terrible,
la cuna, la tumba, el lecho,
habitación de mi imaginación, de mi infancia y de ceniza.
TE VEO EN EL FONDO DE LAS AGUAS Y DE LA MEMORIA
(Vidim te na dnu voda i pamćenja)
Rayas de mármol
ya en la cara,
perezosamente se extiende la adoquinada vida diaria
en la mano del libro,
se hunde en las páginas
no vueltas,
sin cortar
y hartas de esa ceguera.
Apaga la lámpara, cierra la casa,
empaca el recuerdo en el baúl negro,
mueve el número de la casa, disminuye los pisos del edificio,
abre la verja del parque
y rápido quita las rimas congeladas,
plántalas a escondidas una noche,
sin orden, ni años ni fechas,
agarra un conejo, la llave del vagón rápido,
y desaparezca
en la alameda de tu tiempo.
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