sábado, 25 de junio de 2022

"VEINTE POEMAS" DE DRAZEN KATUNARIC

 


Veinte poemas  

 

Traducción: Željka Lovrenčić

  

Dražen Katunarić

 

Veinte poemas  

 

 

el poeta en el estand

(pjesnik na štandu)

 

Cuando arreglo el respaldo roto, cambio el gastado cuello de la camisa

me siento en las nubes en mi sillón

tomo las hojas en las manos y de sus venas en voz alta leo el futuro

del orden mundial

Se me acerca una bola de un resplandor furioso.

Y sé que es el Sol. Siento el amor en mi piel

como quemadura. Me duele todo el día.

En toda ceniza hay un poco de braza y desentierro una metáfora

en el delgado puentecito entre las palabras e imágenes

que me llegan como de algún otro mundo.

Y la luz del día que los marca como desechos

de la realidad.

Trato de salvar una que otra palabra del sueño,

intacta y santa, y llevarla por el andén

como ataúd votivo.

Si no la anoto en seguida,

sé que la palabra viajará a algún otro territorio

de la fantasía, quizás hacia el mar, de la misma manera de que

las alas de los pájaros van al sur.

Y yo me quedo solo en el andén, sin el ataúd y la meta,

metiendo las manos vacías en los bolsillos

que no me pueden calentar.

La mañana es fría, regreso de nuevo al puesto alquilado,

enciendo el cigarrillo, y estoy así todo el día; nadie me pregunta nada.

Soy un infeliz, no puedo vender ni una metáfora propia

y me siento totalmente inútil.

 

la mitad de la canción en Pompeya

(palo je pola pjesme u Pompejima)

 

La mitad de la canción cayó en Pompeya

en el gran teatro

con poco público

una muchacha con una amapola

en su puño apretado

empezó a cantar un cántico

con apagada y poderosa voz.

No hasta el final.

Un gran río de lava ardiente cortó

su cántico a mitad,

tumbándola sobre el antiguo suelo.

La otra parte de la canción ya frío

lo levanté hoy como una piedra de la carretera

y lo tarareé cuanto pude

vagando por la acera empedrada

de Pompeya.

Pasé por El odeón[1], luego por el quadripórtico[2]   

en la calle Via Stabiana hacia el Lupanar[3]

mirando inquieto hacia el Vesubio

con las nubes acostadas sobre el cráter.

El poema se derretía como sangre coagulada

en la mano

y hubo en él todavía silenciosa alegría,

el vino del consuelo divino.

 

nado de espaldas

(leđno plivanje)

 

Las lágrimas derramadas por la suerte perdida

son mucho más saladas en el mar.

Se arrima la ola a ti,

parece acariciar tus líneas y rebota hacia el universo

como la vida que de tu cuerpo hace bahía

te abre y suavemente te desecha.

Nadé de espaldas

con la cabeza vuelta hacia el cielo.

Lo absorbía a través de cada brazada,

Con un universo luchaba por el otro.

Y con la vértebra pegué a la orilla.

Firme, al final.

 

el quemador

(plamenik)

 

Fui a buscar un quemador.

Me hubiera gustado que echara la chispa y que me quemara por fin.

Una señora lo tiene (aunque un modelo viejo),

pero no puede decir me si vale algo

porque su marido murió de repente; exceso de azúcar.

Es viuda; el lunes se va a operar la rodilla

y si lo quiero coger me pide que me apresure.

 

Estoy deprimido ya hace días. No salgo a ninguna parte.

Me metí en la casa y estoy acostado. Hablo poco.

Y con ese quemador quizás me divertiría,

la chispa encendería el fuego del humor

y superaría la desesperación.

 

Tendría que ir hoy por la tarde por él, a más tardar, a más tardar

Afuera de repente cayó un chubasco; no contaba con abrir el

paraguas.

No tiene sentido salir con un tiempo así.

De todas maneras, quedaré como soy,

con el quemador o sin él.

El fuego no me quemará.

 

situación en el corredor

(situacija u hodniku)      

 

A Sandra

 

en la oscuridad del estrecho y ceniciento corredor 

se me quejó porque el tiempo le pasaba

demasiado rápido,

que se siente como en un tren rápido.

Presentí que pronto lloraría.

Está cerca de un diluvio de lágrimas.

La abracé y consolé

como si alguien se le hubiera muerto.

Estuvimos abrazados por mucho tiempo

y esperamos que el tiempo,

durante el largo rato que posponíamos      

cuanto pudimos,

de nuevo nos separe. 

 

¿dónde paramos?

(gdje smo ono stali?)

 

Nos paramos en la cima de la fortaleza de Jajce[4]

entre los dientes de atalayas, de los que conté trece

en el día cuando comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania

pisamos un hueso, una ruina, un agujero en el techo de una casa acribillada

en recuerdo de la piedra con las cicatrices de los pies emparedados

que rueda por las grietas de sangre lavada

los ejércitos venían y se iban de la fortaleza

la protegían los agresores de hace tiempo

la atacaban defensores anteriores;

siempre hay zanjas, viseras, parapetos, listones

y las murallas onduladas de algo servían

si existe una fortaleza,

también existe el tirano que desea conquistarla

el hombre quizás ha nacido para ponerse el sayal, ceñirse

el arma y defenderse en vano

la desdicha le es garantizada

la paz sin embargo vive por siglos bajo tierra

con la mezcla de un olvido crepuscular

y quizás nunca sabremos dónde hemos pisado mal

 

las catacumbas de Jajce

(jajačke katakombe)   

 

cuando bajo

por las pesadas escaleras de piedra

de altos frentes

como sí ya estuviera en la eternidad

enterrado en un nicho

pido la salvación de las entrañas de la tierra

lugar para Dios en la profundidad del corazón

subterráneo de semejanzas anteriores

hay escaleras para bajadas todavía más profundas

para que golpees la cabeza contra el arco de piedra

después ya no hay más agachones

puedes sólo acurrucarte

en el hueco de la roca

en las grietas de la piedra

 en nichos oblicuos

y dejar que la historia te cava.   

    

la embriaguez del momento

(opijanje trenutka)

 

ver el cielo desde el mar

cielo, tan sólo cielo en el mar

y mezclar con el pincel pensamientos; violeta y azul

beber el cielo como agua

y transformar el mar en vino

verter el vino de nuevo al cielo

a través de nubes enraizadas en el embudo del cielo

con poca chispa, fuego y relámpago

para que el mar-cielo revuelva el vino

nadar con las puntas de los dedos

por las pequeñas gotas espumosas

todavía un poco embebido

 

el peinado del tiempo

(frizura vremena)

 

Toda la vida el tiempo ha llevado el mismo peinado.

Corto pelo rubio cortado hasta las cejas,

Franjas sobre la frente,

atrás cortado a la altura del cuello.

El rostro maquillado impreso en una revista para mujeres

que hojeaba donde el peluquero

estaba enmarcado, transparente y pálido

y no se veía bien

Habría que cortar un poco más el pelo largo

con la maquinita; cinco centímetros.   

 

muñecas

(lutke)

 

estuve parado largo tiempo

frente a la vitrina nocturna

en el cruce de los cuatro lados de la calle,

leía de los labios

qué me dicen

las muñecas expuestas detrás del vidrio.

Las muñecas, olían a jabón

 vestidas de manera original

y me sonreían

trasmitiendo su asombro por el mundo.

Susurraban con los labios fruncidos a través del vidrio:

“Pasajero, abrázanos y baila hasta el alba,

tómate tu tiempo, no temas.

El dueño no se dará cuenta cuando en la mañana

abra la tienda”.    

 

dame, sólo dame

(daj, samo daj)

 

Dios, dame el paisaje,

cualquiera y hasta este de hoy

con la rama partida,

hierbas amargas,

con el muérdago que se comió el árbol ajeno

y la pálida luz de la luna

paisaje del sol entre las nubes

en la mañana temprana

con pájaros silenciosos

campos descuidados

donde no hay nadie

salvo el hombre que está parado en un pie

como una garza

un paisaje con granos rojos

y gotas pendientes del hielo

con casitas para la miel encontradas

con el cajoncito para el correo colgado de un árbol

dame el paisaje que podré olvidar en seguida

y no acordarme más de nada

como si tomaras el verano caluroso para soportar el invierno y

pagas la deuda de la vida rápida.

Dame, dame el paisaje, Dios.

 

el mito de Sísifo

(mit o Sizifu)

 

Nos subimos al cerro

y bajamos por él en trineos

perseguidos por los gritos de la alegría infantil

cortamos la nieve juguetona que se nos riega la cara

la tragamos golosos

le dejamos el sello de nuestro cuerpo

de nuevo subimos al cerro tirando

el trineo detrás de nosotros

y de nuevo bajamos hasta el valle

y así todo el día y el día siguiente

en el descanso

en la mitad del cerro prendemos un cigarrillo

para descansar un poco de las subidas

y bajadas

devolvemos la frescura

hasta la próxima

oscuridad. 

Sísifo,

ese arriero de esclavos

nos amenaza con el índice:

“¡Sin parar, por favor!”

 

 

busqué el grial en Brujas

(tražio sam Graal u Brugesu)

 

¿Si agarre las plumas al vuelo

subiendo las torres de Brujas?

Las dejo en la humedad de tus ladrillos.

Al tejido y punto de tus encajes.

No importa que el grial no ha sido encontrado aquí.

Es importante que ha sido buscado.

La belleza nace de movimientos hechos en vano.

Brujas, me haces feliz con la niebla dispersa de sangre vieja.

Si te destruyo, ¡qué se me seque el bazo!  

Tus puentes, el río amargo, reflejos en el lago del amor,

Elegantes campanarios, brazos extendidos de tu gente.

Ni a uno de tus grandes muertos les falló el pensamiento

(Memling, Van Eyck)

se sienten los pasos antiguos.  

 

en la terraza

(na terasi)

 

Los ojos llenos de cielo.

Fuego.

Humo lejano

Las hogueras de San Juan

envuelve el tiempo endurecido

   por las peñas.

A través del mar

comparo

mi ahora y el anterior

como barcos lejanos

y la piedra sin arder de la montaña.

Llama del cielo  

resplandor de las flechas del sol

se va a quemar la oscuridad y volverá todavía más rojo 

 

se acabó el payaso sentimental

(svršeno je s osjećajnim klaunom)

 

ya no hay grandes pasiones ni símbolos de

los grandes movimientos entre la gente; se acabó el amor.

Y la poesía se mantendrá un tiempo más.

Pero, se acabó el payaso sentimental.

Se acabó el sacerdote sentimental.

Los movimientos que se esperan: mientras Narciso está enamorado

del lago de turbio fondo

Aquiles se vistió de muchacha en la isla de Skyros

para no morir en la Guerra de Troya.

Así que la poesía todavía necesita mucha sabiduría, experiencia y astucia

para sobrevivir los días pesados e insoportables.

No se puede tan sólo hacer muecas todo el día.

No se puede tan sólo hacer muecas todo el día.

          

la mujer y el perro

(žena i pas)

 

Fui a enjuagar mi corazón en el mar sin saber

a dónde ir. ¿Por tierra, sol o luna? El sol escarlata,

los reflejos violetas del mar brillan con pequeñas chispas, algún grito de gaviota,

los rayos del sol difícilmente pasan por una nube

que era y se quedó oscura; pronto sale la luna nueva y las primeras estrellas.

Delante de las rocas se bañaba un perro negro.

Y entonces pensé en Sandra que también tenía uno.

Los recuerdos me dieron escalofríos, seguí nadando y paré. Con los dedos

le escribí una carta sobre las olas – ¡tómame mientras no muera! – y de nuevo

paré, miré al sol en el oeste antes de su puesta, la luminosa luna nueva

en el este y la tierra firme frente a mí; oscura, oscura.

Me hice silencio.

 

confusión con las hierbas

(zabuna s travama)   

 

El hombre tiene que pensar y en las hierbas.

Ellas adornan su vida.

Ellas reciben las cosas en sus entrañas.

Ellas se abren y cierran,

Ellas se miran desde la cama.

Ellas tienen muchas manchas debido al árbol de pájaro.

Ellas tienen repisas que llevan ropa, la mitad del hombre

Ellas esconden preciosidades

ellas son preciosidades

ellas son la conciencia sobre el desgaste del tiempo.

 

(Perdónenme, me equivoqué,

pensé en los armarios, no en las hierbas.).

 

el tiempo vuela

(vrijeme leti)

 

Cada vez que me despertaba del girar de los sueños, muchas cosas volaban a mi alrededor.

Días largos, follaje, mujeres, automóviles, ciudades, meses soñolientos,

autobuses, juguetes, años impenitentes, flores, perros. Y días vertiginosos.

Me sentía como una montaña inmóvil alrededor de la que gira un tráfico espeso

Así hasta que, por accidente, no encontré en el bolsillo del pijama

una carta de amor de la diosa del tiempo, la mujer de la que me he separado

hace treinta y tres años.

En ella estaba dicho todo.  

 

la señal es

(znak je)

 

A Dane Zajc[5]

 

La señal es

vivir en tu departamento en Prule[6] en la calle Praprotnikova 5   

y saber cómo se enciende la luz del baño, se oye el sonido de la sierra

es la señal

despertar todos los días en tu espejo oval hecho de roble

encontrar un pequeño pez en el fondo del acuario y rota la máquina de afeitar

sacudir la cabeza como dirigente al escuchar la Quinta de Beethoven   

es la señal

 comer yota[7] en el restaurante cerca de la Casa de Plečnik[8]  

mirar la chimenea de madera carcomida que arde sobre los hombros

de la camarera

recordar las antiguas cabezas en los capiteles de los puentes

y un pequeño pollo en tu refrigerador

 

es señal

un sol miserable y las nubes bajas al caer

sentir de repente dolor

por la falta de poesía en la tierra

que se hojearía a sí misma

porque no hay otro lector

señal son

las gárgolas que en las catedrales tienen trabajo

los demonios del agua que de repente hirvieron

señal

es el sinnúmero de intentos de salvar la cara y el nombre

la bicicleta con la que ibas hasta el Puente de Carlos[9]

el río Ljubljančica, el que ya desde hace muchos años observas desde la silla

la señal es

no tener otra pobreza que la propia

poseer la tumba en la que no estás

la señal es

yacer como un árbol derribado en el fondo del bosque

estar acostado en tu vieja cama en la calle Praprotnikova 5

la señal está

adentro

  

cambio de flores de mano a mano 

(selidba cvijeća iz ruke u ruku)

 

El verdor de tus lirios me recuerda de las heridas sin vengar

de la infancia.

No viniste, Johanna a la primera cita en la cafetería “Morgane”.

Me enviaste flores, a mí, hombre. Como consuelo.

Eso no fue muy inteligente, Johanna, y yo sufrí con tus lirios

en mi puño apretado. Paseaba con el todavía húmedo tallo de la floristería

por la calle, por la calle vacía. O, sí tan sólo hubieras llegado,

la flor se hubiera encendido, tendría el color del fuego.

No me alegraste enviándome flores en celofán; esa fue

la señal de tu ausencia.

Esa misma noche regalé tus lirios anaranjados a Elisa Lucinda da Gomes,

la mulata órfica, a la que tus flores despertaron la sangre en las venas; su cara

se puso negra por el deseo. Las flores adornaron su cama en la noche salvaje de

macumba.[10] “No existe flor ni olor, que pueda reemplazarte” a ti Elisa, le susurré abrazándola.      



 

Sobre el autor

Dražen Katunarić (Zagreb, 1954) es poeta, prosista y ensayista. Redactor en jefe de la revista Europski glasnik (Vocero europeo). Hasta ahora ha publicado más de veinte libros. Su obra ha sido traducida en varias lenguas extranjeras – rumano, italiano, francés, español etc. Es el ganador de varios premios nacionales e internacionales. El Ministerio de Cultura de Francia le concedió la Orden de Caballero en arte y literatura. (Ž.L.).   

 


[1] Odeón – teatro cubierto. En la Grecia antigua fue destinado a los espectáculos musicales (N. de la T.).  

[2] Quadripórtico – un edificio construido alrededor de un espacio abierto o plaza compuesto por corredores porticados (N. de la T.) 

[3] Lupanar de Pompeya – el burdel más famoso de esta ciudad romana (N. de la T.). 

[4] Jajce – municipalidad y ciudad en Bosnia y Herzegovina (N. de la T.). 

[5] Dane Zajc (1929-2005) poeta y dramaturgo esloveno (N. de la T.).

[6] Prule – barrio de la capital eslovena Liubliana (N. de la T.).

[7] Yota – (en croata jota) comida de origen italiano (N. de la T.).

[8] Casa de Plečnik (Plečnikova hiža) – museo dedicado al arquitecto esloveno Joža Plečnik (N. de la T.).

[9] Puente de Carlos (Pont Karlov) – un puente en Liubliana (N. de la T.).

[10] El significado del término macumba (donde suenan los tambores) se relaciona con un instrumento musical, con el nombre de una deidad de África central o simplemente, con magia (N. de la T.).   

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