Traducción: Željka Lovrenčić
Veselko Tenžera (Prozor, Bosnia y Herzegovina, 10 de febrero 1942 - Zagreb, 20 de febrero 1985) es uno de los nuestros mejores críticos literarios y de arte, ensayista y escritor de folletines de la lengua croata. Terminó el liceo en Konjic y estudió Silvicultura y Derecho en Sarajevo. Viaja a Zagreb en 1961 y estudia Literatura Comparada e Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras. Desde 1971 es empleado en el diario “Vjesnik” (Noticiero) como periodista en la sección de cultura. Salvo dos libros de folletínes, en su vida publicó monografías de arte sobre Iván Lovrenčić, Iván Šebalj y Dimitrije Popović. Tenžera entró a la literatura como autor de críticas en los periódicos (literarias, de teatro, de radio y televisión) en las cuales en seguida se notó su notable valor estético. Sus obras fueron publicadas en “Studentski list” (Periódico estudiantil), “Slobodna Dalmacija” (Dalmacia Libre), “Vjesnik” (Noticiero), “Start” (Comienzo), “Studio” (Estudio), “Danas” (Hoy) etc. Ya en los libros que fueron publicados durante su vida (El mitín, 1977 y En pasant, 1978) junto a la redefinición del género del “folletín”, es posible rastrear las características de su escritura: inteligencia, imaginación, agudeza intelectual, valor, moralidad, lucha sin compromisos por la verdad, y a la vez, contemplación del tema efímero que luego pasa a la meditación de la totalidad de la vida. La colección de “folletines” Zašto volim Zagreb (Por qué quiero a Zagreb, 1977) fue publicada en un tiraje de tres mil ejemplares y vendida en tres meses lo que fue un record. En el libro Zašto volim TV (Por qué quiero la tele, 1988) están reunidos artículos cómicos de periódicos que Tenžera publicaba en la columna del mismo nombre en las páginas del diario zagrebiense “Studio”. Inició un tratamiento especial hacia la programación televisiva del público croata, demostrando que la televisión es “la máquina para la producción del presente.” En sus libros Makar se i posvađali (Aunque y nos peleáramos, 1988), Želja za dobrim kupanjem (Deseo por un buen baño, 1992) y Preživljuje dobro pisanje (Sobrevive la buena escritura, 1995) están reunidos los textos que tratan temas literarios escritos en los últimos veinte años de su vida. Le interesan todos los géneros, ante todo, la novela, y da especial importancia a los escritores que fueron agudos críticos del sistema comunista en Croacia y en el mundo. Tenžera condena la crítica objetiva, académica y se interesa por la eminente crítica impresionista, por tratar la obra literaria desde adentro. Sus críticas son la unión de un pensamiento rígido, metáforas y lucidez. A sus folletines los caracteriza la espiritualidad, la elegancia del idioma y la facilidad en la escritura. El libro Sportski život (Vida deportiva) es una selección de sus textos publicados sobre el deporte en los diarios y semanarios de Zagreb los años ‘70 y ‘80. Tenžera tumba los límites entre literatura, deporte y política elevándose sobre el periodismo deportivo que se caracteriza por “el terror de los resultados y la dominación de las abstracciones puestas en fila en forma de las tablas” introduciendo “el espíritu de la rebelión de los no comprometidos”. Post mortem fue publicado su libro Pisma Ivani (Cartas a Ivana, 1995) que el público y la crítica recibieron con gran entusiasmo. Se trata de las cartas que Tenžera enviaba a su esposa Ivana cuando estuvo en el servicio militar entre los años de 1967 y 1968. El alto nivel estético, la variedad temática y de géneros (desde las cartas de amor hasta el ensayo filosófico) sitúan ese libro en la cumbre de la literatura epistolar croata. Tenžera es también el autor de los textos de dramas Pijani svetac (El santo borracho, 1968) y Svejedno svejedno (Da igual da igual, 1970) que fueron interpretados en la radio de Zagreb y en la radio de Viena, Austria. Sus críticas periodísticas y “los folletines” se comparan con los de Matoš, Šenoa, Ujević y Šoljan. Tenžera es la persona carismática de la actualidad croata y uno de los mejores críticos literarios y escritor de folletos. Ahora también y uno de los mejores prosaicos y ensayistas en la literatura croata contemporánea.
Mira Muhomerac
Revuelta y transformación
(Antun Branko Šimić)
Antun Branko Šimić (1898-1925) no es el escritor adecuado para el brillo de los aniversarios o para el patetismo de los réquiems críticos. Decir de él que ha muerto joven, significaría que no conocemos para nada la rebelión poética de después de los famosos veinticinco años de edad, lo que seria cosa rara. Él, que sometió su juventud a toda la frialdad y rigidez de la madurez, con su muerte no ha terminado su juventud, sino ha concluido un pensamiento maduro e inquietante, poema en que la muerte cuenta muy poco y a la que no le debe nada.
Sin embargo, el escenario de esa vida tuvo un final con sabor a leyenda: fatigado con una triple tuberculosis, corroído hasta sus últimos límites físicos, A. B. muere con el librito de Apollinaire El poeta asesinado. ¡Demasiada literatura, y también tamaña muerte! Janko Polić Kamov, todavía joven y igualmente enfermo, expiró en Barcelona, sin amigos que completaran la última escena de la tragedia. Sin embargo, el uno y el otro estaban ya tan implicados en la vida y en la literatura que sus muertes fueron una pura formalidad biológica. Ante el desmoronamiento de las civilizaciones después del que necesitamos una nueva lengua y nueva sensibilidad, los que más rápido arden son los poetas.
En esos cincuenta años no se ignoró a A.B. Šimić, casi todos los escritores y los críticos de más peso hablaron de su obra, lo que no lo hizo fenómeno menos solitario en la literatura croata. Como el parpadear de sus “heladas estrellas”, es una influencia en la lejanía y fascinación a distancia. Después del verso libre de Šimić, en Croacia ya no tenemos poesía rimada significativa (Ujević apareció antes), lo que fue tan fantástica, como y dañina influencia. Después de su filosofía de obviedad y de economía de la lengua, casi no tenemos grandilocuentes poemas y amor provinciano con las “rigurosas” vigas de la métrica.
Al mismo tiempo, A.B. Šimić es el más destacado ejemplo en la literatura croata de este siglo, de extrema disciplina de los sentidos y mutuo control del corazón y el juicio. Las subversiones vanguardistas contra la razón, bien conocidas a nuestro poeta, lo dejaron frío; aunque sostuvo en su totalidad la rebelión que las movía. Esa bullente pesadilla caótica del arte después de Nietzsche, desde Strindberf hasta Wedekind, desde Benn y Trakl hasta Kandinski y Schönberg, desde la revista “Sturm” hasta su eco croata, llenó obsesivamente todos los espíritus jóvenes consientes de la necesidad de cambio. Muchos se perderán o se encontrarán en las encrucijadas del arte y la política, mientras su mayoría incontrolable, hasta la frivolidad, poblará los recién descubiertos archipiélagos caóticos. La búsqueda de la sintaxis de los fenómenos naturales, con los símbolos del fuego, el volcán, la tempestad, el diluvio o la muerte vistos como descomposición extrema, vida en la que domina la metáfora de la taberna, se transforma en la ola europea que se romperá con las todavía más horribles ruinas; las ruinas de la guerra mundial.
Antun Branko Šimić, joven de Hercegovina de enorme sed intelectual, absorbe ese caos espiritual europeo, lo estudia con el bisturí del juicio, lo someta a una lógica inexorable y lo reduce a la medida de su personalidad. Justamente extraordinario ejemplo de la resistencia de lo personal a lo impersonal casi ejemplo escolar de como llegar a ser un gran escritor. Todas las pasiones están dominadas y cada pertenencia debe ser reconocida en el filo del pensamiento siempre despierto: el expresionismo es entonces sólo la estación pasajera para los grandes escritores y termina con aquellos que no lo son.
Como es conocido, A.B. Šimić en su vida publicó sólo un volumen de versos Preobraženja (Metamorfosis), pero la obra poética capital de la literatura croata entre las dos guerras. Y aunque existen libros de versos que al nivel del estándar nacional literario son igualmente interesantes, él es imperativo para la comprensión del desarrollo total de la nueva poesía croata. Aquí le doy valor secundario al hecho del verso libre en relación con el número de “transformaciones” que ha introducido (en su totalidad de naturaleza poética) y con la manera de pensar y cierto objetivismo (de naturaleza fenomenológica), que implantó en la vida de la literatura croata.
Sin embargo, es posible plantear y aclarar la cuestión de la crítica de la obra de Šimić solamente en el contexto de su posición revolucionaria, su poesía y la rebelión que sigue a una revuelta de este tipo. Tal critica poco cuenta con las tradiciones para que pueda de manera cierta determinar horizontes válidos; presentes y futuros: determinada exclusiva y militantemente hacia todo lo diferente a su propia naturaleza, ella, en realidad, con la negación de lo secundario continuamente traza sus propios límites, solitaria y arriesgada; mirando hacia el futuro. A. B. Šimić de esa manera ajustó las cuentas con determinados valores de su tradición cercana y actual, pero su sonda crítica no alcanzó un apoyo sólido en la tradición de la literatura nacional, así su aparición fue más solitaria. Así, después de un siglo de crisis de individualidad, en la literatura tuvimos una sucesión de personajes ultra individuales con actitudes negativas hacia la tradición y en guerra consigo mismo y con los demás, sin esas réplicas de salvación al estilo de Eliot (nosotros también tuvimos algunos caballos de carrera) a través de los siglos. La insistencia de Šimić en juicio, oficio e idioma lo ha salvado de grandes equivocaciones y aún mayores injusticias de la crítica. Por eso, toda su obra es más documento de lucidez y rebelión, de conocimiento y de cultura que de certeza o utilidad histórico-crítica.
Mirado en totalidad, la aparición de A. B. Šimić en la literatura croata y aparte de los laureles con los que a menudo fue marcada, todavía no ha sido aclarada completamente. Queramos reconocerlo o no, este poeta tiene opinión demasiado alta sobre el arte de escribir, con demasiadas exigencias hacia el amateur contemporáneo y tareas demasiado grandes para sí mismo. De ahí el reflejo exótico de su apariencia y la dificultad de incorporarlo al paisaje literario moderno a que pertenece.
Profesional literario por sangre, sin signos de perdonar el tipo de compromisos literarios y vitales de hoy, él se pierde en una pose algo heroica, en aquellas zonas de la historia literaria en donde nos parece natural que pertenecen los mártires literarios como un folclor historiográfico. Poco a poco nos olvidamos de que ningún tiempo que dura ha dicho la última palabra y que justo tales poetas pueden llegar a ser nuestros contemporáneos más cercanos.
Sus ingeniosos versos sobre el cuerpo y la muerte, sobre el amor y la miseria, su fanática honestidad y consistencia, son necesarios en toda época, en los momentos cuando los espejos convexos den su lugar a los justos. La literatura croata, y en los momentos de su mayor ceguera, no puede ignorar más las altas y transparentes alturas a las cuales un joven la condenó.
Del libro El mitin (Miting), Zagreb, 1977.
El choque de lo común
Dragutin Tadijanović: Poesías seleccionadas (Sabrane Pjesme)
Cada uno de nosotros es un poco Tadijanović - esa es la primera impresión después de leer el gran número de críticas y ensayos que sobre la poesía de Tadijanović han sido escritas en los cuatro decenios pasados. Poeta y hombre, tan diferente de los dilemas de nuestra poesía durante ese periodo y de los modelos que habíamos creado, aparece de repente como un denominador íntimo en todos esos choques de nuestra conciencia literaria.
Y ahora, cuando delante de nosotros se encuentra la maravillosa publicación de los poemas seleccionados de Tadijanović, colmada por los comentarios más amplios que se hayan publicado junto a la obra de un poeta croata, difícilmente se podría, ensombrecer el idilio entre el poeta y sus críticos. Es sintomático el hecho de que ese idilio termina de repente con la aparición de críticos jóvenes, aunque hay que agregar que no aparecen dudas. Puede decirse que las generaciones jóvenes, sin sentimentalismo, un poco perdidas en las fronteras extremas de la Literatura, todavía no han llegado a la cristalización que dan los años maduros cuando empieza la fascinación por lo cotidiano.
Puesto que yo personalmente, difícilmente encuentro el camino hacia los poemas de Tadijanović por el que ya muchos no han ido, empezaría con la impresión proveniente de su lectura: es la vivencia de un verdadero choque con lo usual. Poeta de fuertes evidencias, con una verdad fruto de la intuición, después de lo que se pierde la necesidad de cualquier tipo de jerarquía: eso es simplemente así, en este momento, en esta tierra.
Amargura armada con un fragmento del paisaje, imagen del terruño perdido en el nuevo e inseguro domicilio, situación en la que late el pulso de la lujuria, poeta lóbrego frente a un cielo infinito, castidad… Para explicar esta vivencia usaría un término filosófico, que podría llegar a ser la clave filosófica para una interpretación diferente de la poesía de Tadijanović. Ese término es eidético (Diccionario filosófico, M.C.*) “persona que de manera raramente viva y determinada presenta contenidos antes percibidos. Las ideas de los eidéticos (así llamadas imágenes eidéticas) en las vivencias, casi no se diferencian de la percepción. Las imágenes eidéticas) más a menudo aparecen en los niños; entre las 10 y 14 años”.
Si usamos esta clave y conociendo los datos biográficos que el poeta al final del libro no economizó, veremos que Tadijanović empezó a escribir cuando tenía trece años y parece que para siempre fijó su relación con el mundo como si se tratara de una imagen hecha en los grandes ojos del muchacho, que como en un doble espejo mezcla el esbozo preciso del paisaje con fuerzas de espiritualidad claramente expresadas. Desde entonces hasta este, septuagésimo año de vida, el espejo es igual; cambian solamente las imágenes, con una mayor progresión en la vida interior, que cada vez más irradia duda, dolor, amargura, y algo de sordidez…
Ese poder eidético y esa poesía de imágenes eidéticas dificultan en forma extrema la manera tradicional de interpretar los poemas, porque la categoría tiempo es casi totalmente suprimida y porque no tiene claras relaciones con la Literatura. De aquí el montón de sociologismos superficiales y el parafrasear; de aquí también y la inclinación de los críticos, que, luego del entusiasmo por el ambiente eidético de las particulares poesías y la incapacidad de percibirlas en el contexto de la cultura literaria, la pasan a su propia intimidad y ofrecen, si se puede decir así, su propia vivencia eidética de esos poemas. Esa burda crítica en realidad defiende el niño en sí y aquel milagro que le ató a la poesía y luego lo olvida en sus helados tribunales.
La imagen eidética habría que interpretarla de la misma manera que el sueño, con los instrumentos psicoanalíticos, si esta interpretación fuera necesaria. En los comentarios, junto a algunos poemas particulares, se encontraría suficiente material para tal tratamiento porque ahora por primera vez disponemos de los documentos biográficos para todas las poesías de nuestro poeta. La pedantería de Tadijanović y el amor por los hechos, ya un poco legendarios y anecdóticos, en realidad son un reflejo natural de un eidético al cual el mundo se descubría lentamente, pero como milagro, como algo que se recuerda en las dimensiones de un verdadero Acontecimiento.
Eso condicionó la, ya varias veces percibida forma de diario de sus poemas, en esa larga, paciente y profunda correspondencia con el mundo. Él tiene la necesidad de apuntar el lugar, la hora, el motivo, el estado de ánimo; con otras palabras él marca las coordinadas en las cuales estuvo a misericordia del Poema. ¿Rústico? ¿Narcisista? En la cultura en la que la memoria difícilmente se libra del olvido - sí, en literatura en la cual el sufrimiento privado todavía se garantiza con la palabra pública - sí, pero de otra manera no.
Diario de las imágenes eidéticas: fascinaciones, momentos en los cuales logramos en simetría natural mezclarnos con el mundo, cuando un ego está fuertemente empapado con la naturaleza. El poeta entonces escribe muchos sustantivos con mayúscula, subrayando la dimensión metafísica de la vivencia.
Y trabaja, esculpe esa masa verbo-plástica, reduce, rompe con pausas, en ritmos naturales, con la convicción del testigo que dice la verdad. Nos desconcertará la banalidad de esa verdad, el insistir en el reflejo de la estrella en algunas aguas de antaño, a nosotros que nos olvidamos de mundos en cuyas frases barrocas no se refleja nada fuera de nosotros, sólo inquietud que traga la lengua sin apetito y sabor.
Y aquí el viento primaveral en la copa de árbol, las mujeres bajo el nogal, el hermano enfermo, la madre que teje “profundo en la noche, en la sorda noche invernal”… Luego óptica de Narciso, que observa su funeral y la corriente del pasar el tiempo que lo cubre todo... Y después, leyendo esos ritos lentos en los cuales participa casi sólo el ego del poeta, nos damos cuenta que la poesía de Tadijanović es nuestro recuerdo, algo que excavó en los arrumes de nuestro olvido, algo que desde ahora recordaremos con gusto, aunque no sabremos qué hacer con eso: es, sin embargo, tan personal, fuera de las eficaces necesidades de la Cultura y sistema de pensamiento que nos ayuda a hacernos solitarios. El choque con lo usual y la desconcertante sencillez que se mezclan con la pedante preocupación por cada factor de la vida. Naturalmente, y mucho de lo que ya han dicho tantos y que no repetí porque, estoy de acuerdo, cada uno de nosotros es un poco Tadijanović a su manera, con sus Rastušja* y sus memorias comunes.
(Vjesnik, 1975.)
*Matrix Croatica - institución cumbre de la cultura croata. (n. de t.)
Rastušje - pueblo natal del gran poeta croata Dragutin Tadijanović. (n. de t.)