Traducción: Željka Lovrenčić
Ružica Cindori nació en Ludbreg en el año 1961. Se graduó en Literatura Comparada y Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de Zagreb. Trabaja en la biblioteca municipal “Vladimir Nazor” en Zagreb. Publica poemas, artículos y reseñas en numerosas revistas y anuarios - Quorum, Republika, Forum (Foro), Književna Rijeka (Rijeka Literaria), Podravski zbornik (Anuario de Podravina), Croatian Government Bulletin, Kontura (Contorno) y lee con frecuencia sus textos por la Radio de Zagreb. Ha publicado los siguientes poemarios: Lomače zelenila (Las hogueras de verde, 1984), Rez, nezacijeljen (Corte no cicatrizado, 1989), Krugovi. Udaljenost. (Círculos. Distancia, 1997), Ludbreški listopad (Octubre de Ludbreg, 2002), Strpljivost (Paciencia, 2006) y Grad, šuma, otok (Ciudad, bosque, isla, 2006). Su libro más reciente es Pamučno zvono (Campana de algodón, 2010). En la actualidad, es secretaria de la Sociedad de Escritores Croatas. Ž. L.
DE MAŇANA EN LA CIUDAD
(Gradsko jutro)
Llevando la mañana
como indeseada
carga,
sacudiendo la niebla
con movimiento de perro congelado,
como vacilando
antes de declarar
su entrega
a la personificación de la mala gana.
INTIMIDAD
(Intima)
La cercanía
hace imposible
el destierro.
Olas invisibles
me siguen.
Ni en la Tierra de Fuego,
ni entre los busmanes,
ni en la Isla de Pascua
los pájaros logran esconder
sus nidos.
La transparente cáscara del huevo
es el último límite.
Después de ella
nos aísla
un rojo crepúsculo más,
arrugado como la cara
de un marinero anciano.
EL TREN DE LAS AFUERAS DE LA CIUDAD
(Prigradski vlak)
Hombre,
de nuevo estás solo.
Sobre los rieles
buscas tranquilidad,
porque no la hay
ni en la casa amarilla,
ni en el libro negro.
No conoces otros refugios.
La crueldad te atemoriza.
Afuera, bajo el sol,
no te quitas ni la gorra
ni el abrigo.
El verano fue impaciente,
Y el otoño ya se muere.
Mira, ya viene la muerte:
Tiene las mandíbulas
del tren de las afueras de la ciudad.
INSTRUCCIONES PARA COCINAR
(Upute za kuhanje)
Preparen la entrada
después de una profunda
meditación,
como corresponde
al comienzo.
A veces eso son sólo
palabras de bienvenida:
el origen.
Que la sopa se cocine
lenta y largamente
como la originaria.
Sigue el pescado,
ancas de rana y pájaros:
hay que tener en mente
que la carne de cisne no es
comestible,
y la de los albatroses demasiado
amarga.
Al que llora
sobre el destino de los conejos
y los lechones,
que piense y en el destino
de los avestruces, las tortugas
y los inocentes rinocerontes.
Además, es necesario
Volver al medio ambiente natural:
mucha clorofila, frutos
coloreados y flores
azucaradas.
Que la salsa se condense lentamente
como el tiempo
que hemos pasado con amigos queridos.
Eviten el café,
sus torbellinos son
oscuros como el olvido.
En vez de él, cuezan
chocolate blanco,
lujo de los cumbres de los Alpes
bajo el glaciar de la lengua.
(Knjižničarka)
En seguida en la mañana
(como por instrucción
de Bela Hamvas)
ella leería
a los poetas:
a Johann Wolfgang Goethe
y otros.
Siente ese llamado,
precisamente el sol la autoriza,
le pone un marco
dorado
alrededor del paralizado cuerpo,
y hace que sus muñecas
sean flexibles,
ejercitadas
para sacar rápidamente
el libro deseado.
OLIMPÍADA
(Olimpijada)
Desde siempre hemos sabido
que no somos nada más
que follaje
condenado a la espera del
otoño.
Altivamente exigimos
prórroga,
concertamos contratos,
acordamos los años para
un mayor interés de
la juventud.
Por capricho
buscamos la salvación,
como si sólo por existir
la mereciéramos.
Con la sonrisa
restregada en la piedra
para una suposición posterior.
Por todas las calles del mundo,
no sólo por Atenas,
pasan los cortejos triunfantes
de vivas estatuas.
COLAPSO
(Kolaps)
Mi cuerpo está
maduro para el dolor.
Hay demasiado dolor
en la tierra.
Por el suelo
extiende sus secas
pecas marrones,
redondea
los bordes de las huellas
de las curiosas plantas del pie.
Rebelde.
Se escapó del control
de calabacines y tomates.
Desobediente al ajo
y al melón.
Traidor y malicioso
aún se atreve a
desear,
resiste a la razón,
cuelga como la ropa
mojada.
Me es nauseabundo
ese toque que responde
al nombre
de la vejez.
(Otok)
Eso no soy yo:
la isla es
un lunar en la piel.
No, eso no soy yo,
dijo alguien otro,
quisiera que yo
fuera nube,
la espuma
en la bañera.
Sólo anoto aquello
que pasa
a través de mí
como por un canal
que conecta
la tierra y la isla.
MUJERES ISLEŇAS
(Otočke žene)
Puedo hablar mucho,
pero el domingo en la mañana
me callo,
las campanas cuentan
sobre las ancianas
isleñas,
sus voces
generosas
y sus manos lentas
que, sin embargo, dan a cada planta
de igual manera
su medida de agua.
El día es su rostro,
cansado verano otoñal,
y la noche es su
falda,
con un grillo en el faldón.
El mar sube
hasta sus ojos
y se queda allá,
manso y modesto.
EL ARPA
(Harfa)
No digo nada
de aquello que debería.
Y cada sonido
me saca de nuevo
a la noche
que arde
con reflejos cobrizos,
susurrando se anida
en la chimenea vacía,
empapa camisones.
El despeinamiento
disminuye
a medianoche.
Traga su chocolate,
susurra
e insiste
que me acueste tendida
de costado.
Sólo no te calles,
no lo hagas,
aquí hay suficientes
ecos para todos,
siempre alguna campana
blanquea
en la lejanía incomprensible,
en el aliento descuidado,
un una arpa ajena.
CANCIÓN DE CUNA
(Uspavanka)
Ten paciencia.
La vida pasará
despacio
como el trineo por
la nieve.
Cada dolor
encontrará su lugar.
De la arena
penosamente enjuagarás
los granillos de plomo y oro,
bajo el cielo de arcilla
quemarás
grandes anhelos
y voltearás por el paisaje
desconocido.
Será reconocible
sólo la migración
de las golondrinas,
como amplio impulso
otoñal
hacia el sur.
De la antología poética: Grad, šuma, otok (Ciudad, bosque, isla)
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