(Nacido en Imotski, 1961)
- poeta,
traductor, corrector de estilo, redactor.
***
El cuaderno abierto. Él. El
mundo. Las señales empezaron a cantar y bailar. Los significados se miden
curiosamente. El lápiz golpea impacientemente. Habrá juego. Habrá
descubrimientos. Él solemnemente toma el lápiz en su mano, piensa un rato,
respira brevemente y pone el punto.
***
Hizo una raya y pensó: - ¿es
interminable? Puso el punto y se preguntó: ¿es el último? Escribió la palabra y pronunció - ¡¿la palabra es
el cuerpo?! Hizo una raya y vio un círculo.
***
No tenía que buscar la
inspiración. Estaba delante de él. La mesa se parecía al campo de batalla
repleto de colores y de plomo. No tenía miedo. Estaba acostumbrado a luchar,
perder y ganar. Sentía que hacía algo importante y estaba totalmente
concentrado en el ordenar y reordenar de las extrañas formas de madera, de
piedra y de yeso, de signos, palabras y sentidos en los campos imaginarios de
ajedrez y crucigramas en el mantel plástico. De repente se para y se paraliza.
Sus ojos brillaron de duda. Entonces, en pánico se levanta de la mesa, de repente
abre la puerta y se tranquiliza – el jardín estaba en su lugar.
***
El don está en los colores.
Conciencia. La vida está en los colores. Dolor. Nosotros en sí mismo somos el
color. Fuerza. La perdición está en los colores. Grano. Repartimos los colores
a los hambrientos. Pan. Lo invisible está en los colores. Cielo. Todo lo
visible está en los colores. Color. Absoluto. Relativo. El color madre
ancestral. ¡No temas del color, colorista! ¡Al color vuelve tu don!
***
El
invierno quería el silencio. Él lo respetaba y absorbía los sonidos de las
paredes y de los suelos para protegerlo. En cambio, el silencio en la ventana
dibujaba con su aliento.
***
Cuando por primera vez moría, el cielo estaba alto. La gente estaba en algún
sitio lejano. El suelo como si se hubiese retirado. La segunda vez cuando moría
flotaba como una nube inestable que tiene que desaparecer. Mordió fuertemente
en la tierra y no la dejó. Cuando moría
por tercera vez, se murió. En su frente estaba escrito - la tierra el cielo el hombre
***
Un simple movimiento con el
pincel dedicado al amor. Sabía que la soledad a veces quiere congraciarse con
la sencillez. Sabía que no podía escapar de sí mismo sin experiencia y sin el
placer de no poseer; en lo que con más frecuencia se esconde la sabiduría de toda existencia y
habilidad. Sabía que la confianza alegremente lo lleva y al mismo tiempo le
impele hacia delante de sí, como un niño al perrito contento, que esto tiene
que ser simplemente así y de ninguna otra manera.
De la colección poética: El concepto de jardín/Koncepcija
vrta
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