domingo, 3 de junio de 2018

DUNJA DETONI - DUJMIĆ: "DOCE POEMAS EN PROSA" (TRADUCCIÓN DE ZELJKA LOVRENCIC)





La Calma*,1
(Zatišje,1)

La Calma en los últimos tiempos está al borde de la desnudez. Mientras el bosque desde su  herbario se baña en la tina de la luna, en secreto llegan los leñadores y roban escenas nocturnas de nuestro gran escenario, el bosque; lo hacen con las motosierras, dicen: para qué les sirve esa majestuosa basura y silenciosamente, como ladrones, con la llave maestra cortan los anchos pies, pelan la corteza del roble y los tobillos que ahora caen abrazados por los remolques con troncos de algunos otros espacios abiertos; primero cayeron sobre los muérdagos; las colas de ardillas ya se pierden en el cerro de Šestine*, las cornejas recogen sus viviendas y huyen a sombras más calurosas; estamos hartos de las peleas de perros, de las colonias de zorros; los gatos de todas maneras en febrero se van de paseo y cuando regresen sus recuerdos ya no serán los mismos. Pero usted no sentirá nada en ese procedimiento, le daremos una ligera anestesia antes de cortar la rama horizontal más grande, aquella en la que ya empezó a crecer un nuevo bosque; así se apagan los incendios de la mejor manera y los bosques ya no pueden quitarse la ropa ni siquiera durante el invierno más frío. Por eso poco a poco La Calma se transforma en una obra cerrada; que ausente empieza a mirar fijamente alguna parte lejana, a un único punto solidificado.           

* Calle en Zagreb (N. de la T.).
*Un barrio de la capital croata (N. de la T.).   
      
La Calma,2
(Zatišje,2)

O, digamos La Calma en invierno; cubierta de nieve, repleta de las huellas de perros, gatos, pájaros, lobos y, las huellas de la gente por ninguna parte, así que piso la nieve consciente de que soy la primera en el sendero que sube y baja de por sí al cerro, el sendero en seguida me toma la mano, se convierte en mi guía sin traílla, en vez de mí hace piruetas y un helado deslizarse; un doble eje es un suplemento del premio al público que mira de lado y grita jo, jo, jo; sendero, no podemos detenernos, cierro los ojos y corro rápido cuesta abajo: este fue el comienzo de una linda amistad. Sin embargo, de vez en cuando me preocuparon las huellas, ¿qué queda en realidad detrás de nosotros?, pero tengo miedo de darme la vuelta, ¿ha pasado alguien vivo o muerto, niveló o mató la blancura, quedaron detrás de nosotros las pisadas de perros, gatos, pájaros, lobos? En realidad, ni quiero saberlo, que quede oscurecido igual que tantas otras preguntas tardías; prefiero seguir corriendo hacia el pie de la colina, y él, mi fiel animal me acompaña, y tú, sendero, pronto desaparecerás en esa blanca blancura.

La Calma,3
(Zatišje 3)

Mi calle tiene una relación muy complicada con las calles vecinas: mientras La Calma siempre va cuesta abajo, la calle vecina a ella, regularmente se levanta hacia el cielo; se encuentran siempre en algún lugar del medio y entonces se comportan como dos autobuses que se cruzan en la carretera y por el momento no sabes cual se mueve y cual está parado y siempre te sorprendes porque tus expectaciones fallan. Tú te quedas parado mientras los demás se van, y cuando tratas de introducir la calle La Calma al plano de los paseos de la ciudad, ves cómo con la calle vecina forma una medio cruz; en ella no se podría crucificar ningún cuerpo y cómo parecería si la mitad del cuerpo resaliera crucificado a mitad; y nadie sabe en realidad que se puede hacer con aquella otra mitad o si en realidad ves como esa parte inútil escapa obstinadamente de control y rueda directamente hasta el fondo de mi calle y de allá, con la mirada fija hacia arriba, grita a su mitad clavada: mitad, baja si puedes; mientras tanto, las calles siguen creciendo, caen, se levantan o están paradas y a eso nadie le presta atención.

La Calma,4
(Zatišje,4)

Una vez, delante de la ventana se erguía un gigantesco pino parecido a un crucero, adornado con la corriente y las sombras, pino para las fiestas anuales, para los buenos y malos tiempos y de él siempre irradiaba buena atmosfera con bailarinas del desierto que pisaban sobre las pequeñas agujas como por la arena; las seguían los sabios y nigromantes, a veces entre ellos surgía una pelea, se rompían copas; los pájaros los reconciliaban; después de todo ese era su único trabajo, lo hacían ilegalmente, lejos de los ojos de los recaudadores de impuestos y olía sabroso de ambos lados de los pinos, de los del lado de las montañas y de aquellos cerca al mar. En el pino durante mucho tiempo se seguían las filas de caravanas, de lagos y oasis, de reliquias y poderes, nacían los tiburones prehistóricos, eclipses de las creencias del pueblo, ha llegado y el mar, sin él no pasa nada, y luego desapareció la corriente y el pino se secó; algunos dicen que se murió por la exageración y otros que se apagó a causa de un daño en la subestación; es una huida que tarde o temprano nos volverá. 

Silencio,2
(Tišina,2)

De vez en cuando me pregunto qué se encuentra detrás del silencio, o sea, que es más fuerte que el gran silencio del fondo, parece que quizás esto podría ser la pequeña palabra calma, que nació hace mucho tiempo cuando aún no había palabras y la gente se comunicaba con el humo; la pronuncio silenciosamente, la mezclo un poco en mi boca, vuelvo el paladar al revés y  produzco sorbo a sorbo la calma como si bebiera del agua en la que se ahogó alguna islita de silencio; sin embargo estoy todo el tiempo al borde del miedo de que voy a malgastar su misterio y por eso trato de no pronunciarla demasiado pronto o demasiado rápido. De mi alegría podría separarse en partículas muy pequeñas como son, por ejemplo, si, le, jun, to y eso significa desaparecer y anularme para siempre, tacharme en su mente y nombre, en su verano, en las estaciones y ganancias; mejor acallarme en seguida, quiero decir trasladarme voluntariamente a la calma entre los cuervos y robles y grito: silencio, regresa mientras quiera escucharte todavía.

El caminar,2
(Hod, 2)

Para mí el andar ha sido siempre codificado de manera múltiple: mientras observo a alguien como en la lejanía anda por mi calle, la cual todos llamamos La Calma, de ninguna manera puedo entender si va hacia adelante o hacia atrás porque sus pies se mueven en la ilusión de los rumbos opuestos y él desde el principio se hace cada vez más y más pequeño e inmediatamente después aparece desproporcionadamente grande; además, a veces se me acerca muy cerca, a velocidad increíble. Entonces sé que tengo que quitarme del camino para que literalmente no me atropelle, y me pasa que vuelvo la cabeza y lo veo como de repente respira casi detrás de la espalda y corre cuesta arriba desde donde yo acabo de bajar y ya; un momento después, helo al final de la calle dando vuelta a la esquina pequeño como un perro, la silueta negra de un peatón anónimo; y luego lo encuentro en la parada del tranvía, como torpemente entra corriendo al vehículo y compra el boleto para múltiples viajes, uno para sí disminuido, otros para aquellos que hace poco andaban en vez de él por La Calma, pero ya nadie puede con seguridad separar ni confirmar la realidad de su misión así que durante el viaje cien veces me pregunto si mi calle necesita a un controlador que determine el número justo para los peatones libres, lo que nos aseguraría una máquina rápida para encontrar los pasajeros falsos y sus perseguidores desorientados y quien en este momento enérgicamente les diga: al diablo, eres tú, y, esos son; al diablo con esos otros. En breve, aquí está la pregunta con la cual hay que contar en el futuro.

El caminar,3
(Hod,3)

Todo caminado tiene que ser par, de dos piernas, de cuatro patas, de cien pies…, porque, ¿qué parecería la carrera con un pie por el suelo o por el mundo; eso sería un desfile de movimientos incorrectos que terminarían con una caída asimétrica en un jaque-mate o en algún otro sitio humillante y tal caminar en un pie también produciría un ruido insoportable del que se moverían las capas tectónicas y más sabiendo que los seres de muchas patas andan de manera muy silenciosa, como si flotaran en la soledad sin aire así antes de nosotros andaba solamente Cristo. Tales seres desaparecen antes de aparecer según la regla de hace poco estuvieron aquí y en seguida ya no están, pero el ciempiés es el más rápido, corre por la pared con velocidad de meteoro y en seguida desaparece en cientos de agujeros, digo: desaparece – antes de que lo maten los ladrillos.

Miedo
(Strah)

El miedo nos acompañaba como un perro por las ciudades inmensas; es imposible describirlo porque, por el miedo se reorganizaba constantemente. Y nos avergonzábamos; miedo, desaparece de nuestra calle; no, no hubo ayuda, todos tenían miedo y él con nosotros; no dejaremos que nos estropee nuestros días libres, el pasar de las tardes sin trabajo. Esta mañana tardó un poco, nadó hacia el mar, salto hacia los supermercados europeos; allá, desde un escondite asechan sus pupilas, su descripción, voz, estatura, su equipo, su capacitación profesional; todos sospechan bajo qué condiciones se puede aceptar un director extranjero, tú eres el extra que en el intervalo entra al escenario, irreconocible, con una capucha en vez de cabeza porque así es la energía; das algunas réplicas, nadie ve su finalidad, después viene el salto al lugar del hundimiento y contigo también vuelan los observadores en trajes de gala, con monóculos y abanicos; te acompañaba dios y el público curioso. No, nunca se sabe si fuiste tú o tu remplazo, los dos con el mismo dedo bajan la cortina y nosotros mientras tanto sobrevivimos en la primera línea de la pandemia, huimos frente a los perros de turno, corríamos dentro de la noche omnipresente.   

Andar en bicicleta
(Bicikliranje)

La primavera es cruel, dicen que abril es el peor; en la casa está nevando, los padres ya se fueron y las madres duermen; delante de nosotros está la calle, es fácil pisarla pero ¿cómo salir de ella?; la llamo y ella viene corriendo, me saluda con alegría perruna y juntas corremos rápido de sol a sol; así es el equinoccio de Zagreb y alrededor de nosotras; nómadas, caballeros callejeros, ellos irían con nosotras; les echo un pedacito de risa, me lo devuelven a los dientes, nosotros manejamos a cuatro patas, con el gorjeo y la hierba milenaria, nuestros cuerpos están en las horas de Dios, los sostienen solamente los pilares celestiales, por ellos ya nada cabe en la calle; pedaleamos cada vez más rápido, algo mueve nuestro ánimo, algo carcome nuestros arrepentimientos, ¿hay aún lugar en el refugio primaveral?, pero todo se cerró demasiado pronto, también el repentino atardecer; regresamos jadeantes, la casa nos es siempre algún otro, desde lejos nos observa el silencio, derramándose de sí mismo a sí mismo.

Autofoto con una bomba
(Selfie s bombom)

El vuelo en avión o en alguna otra aeronave del universo para mí es la misma cosa: no tiene un fondo, no tiene silencio, está seguro solamente el corte del pico de pájaro a través de las estrellas que golpean ligeramente sobre las ventanillas del barco, pero ellas se abren solamente en caso de peligro, y ese sería un paseo corto por el universo y los cúmulos; pero mi escepticismo se hace más fuerte en el momento cuando en la cabina empieza la pantomima de manos que con movimientos de bailarín entran en el espacio para respirar y palpan la máscara para buceadores no identificados, abren las bolsitas con fecha y tiempo de caducidad como si pudieran de alguna manera impedir las turbulencias en sus entrañas; eso no pueden ni los ruidosos carros que a manera de mago trae Houdini, se sacan kilómetros de chales de varios colores, en las botellas tiemblan los conejos blancos, hay que revisar ese cuadro aerodinámico para averiguar si no se esconde en él algo más que maneras e ilusiones, tiene aquí la muerte también su papel y me pregunto de vez en cuando si se puede filmar una autofoto justo en el momento en que ella, escondida en un cajón metálico y yo con un sándwich en la mano y un sorbo de cola en la boca, juntas volemos hasta la dirección de Dios si mientras tanto y a ella ya no la han trasladado a alguna nada re-nueva. 

Las conversa-ciones de Ilica
(Ilički raz-govori)

Ilica* es una mina de soledad, le digo a él mientras saltamos las obras en la carretera desde la cual sobresalen los cables, las manchas solares, los últimos pálpitos del corazón; es imposible pronunciar una palabra sin que debajo de tus pies se mueva la acera, y él, es silencioso cuando sale de los suministros oscuros de cosas innecesarias; aló, en él un millón de números secretos, todos esperan y escuchan, le digo cuidado con lo que dices, huele a artefacto explosivo, primero habría que examinar la basura municipal, bajo el cielo cubierto de negro el miedo se ve con más dificultad, y la nube se estanca; a la ciudad habría que agregar tres ciudades para cambiarla más detalladamente, especialmente en el momento cuando pasa rápidamente el tranvía y revuelve las moléculas hechas para respirar con dificultad y levante el polvo que viaja con los rieles, las migajas que dejaron las palomas de Ilica, al lado de las carnicerías, junto al mugre, a través del mercado de ideas donde andan los pobres, se saltan los restos; nada puede impedir el vuelo general de los pájaros.    
       
*Ilica – calle principal de Zagreb (N. de la T.).        

El cañón de Grič*
(Grički top)

Un poco más, al mediodía se clavará el tiempo supersónico; nos obligará a que averigüemos pronto de dónde somos, dónde estamos, cómo está la situación en la muñeca de la mano y si
es necesario, igualemos las agujas del reloj con los vientos de la televisión, con los motores del tiempo y el pronóstico volante que cada día nos envían los turnos cotidianos de ciclones desde las alturas solares y a ellos solamente hay que captarlos con el control remoto y quitarlos a las nubes, decir perdónennos por la molestias, no lo pensábamos así, pero ustedes nos han quebrado el día, han tragado la mitad en un momento, la otra nos la han robado con la botella del agua yana corriendo con ella hasta el Pasaje de Octágono*, camino a la Plaza de las Flores* o regresando a la plaza con los caballos y jinetes a los cuales les importa un bledo la soledad, el estado en nuestras venas, nuestro corazón, en los oscuros pozos de los órganos internos, por todo lo que empiece a titilar en el momento cuando en un salto alto apunta el día y prende la iluminación solar bajo la cual en nuestros pensamientos escribimos un mensaje a Dios, para que por fin se muestre y en las pausas en medio de un silencio desagradable le pedimos: danos un poco más de tiempo.         

*La torre de Lotrščak y su cañón de Grič – es una de las construcciones defensivas de la ciudad de Zagreb mejor conservadas. Desde hace más de 140 años el cañón de Grič que alberga la torre, marca el mediodía con un cañonazo (N. de la T.).   
* Pasaje de Octágono, la Plaza de Flores - Localidades en Zagreb (N. de la T.).


De la colección Día mundial de la soledad /Svjetski dan samoće

Traducción: Željka Lovrenčić}


Dunja Detoni - Dujmić (Križevci, 1941) se graduó en literatura comparada y letras inglesas. Se doctoró en 1977. Trabajaba como redactora en el Instituto Lexicográfico Miroslav Krleža y en la casa editorial Školska knjiga (El libro escolar). Desde el año 1970 varias revistas croatas publican sus reseñas, ensayos y poemas. Escribe ensayos sobre la literatura moderna croata y las relaciones literarias croatas con escritores anglosajones. Ha escrito varias monografías sobre escritores croatas; también es autora del primer libro de la historia de la literatura femenina croata desde el año 1800 hasta el 1945 Ljepša polovica književnosti (La más bella mitad de la literatura, 1998) y del libro Lijepi prostori (Bellos espacios, 2011) sobre las escritoras croatas desde el 1945 hasta el 2010. Su libro Mala noćna čitanja (Pequeñas lecturas nocturnas, 2017) contiene setenta críticas sobre las novelas croatas publicadas desde el año 2011 hasta el 2015. Ha publicado cinco libros de poesía. Sus poemas han sido traducidos al español, inglés y búlgaro. Ha recibido varios premios por su poesía, ensayos y crítica literaria, así como por su trabajo lexicográfico.  (Ž. L.)     


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