PRÓLOGO A "DULCE LIBERTAD"
¡TODOS MIS HERMANOS!
(Poesía croata de hoy)
A Tony Zlatar, in memoriam
En la universitaria y cultural ciudad de Salamanca se editó en español a Marko Marulić (Split, 1450-1524), considerado por muchos el patriarca de las letras croatas. Y fue gracias a Fray Luis de Granada, quien tradujo del latín su celebrado poema Carmen de doctrina Domini nostri Iesu Christi pendentis in Cruce, incorporándolo al Memorial de la vida cristiana. Es una edición de 1567, entiendo que la segunda, tras la edición ampliada hecha en Lisboa el año 1567. Aún no he leído su Judita, epopeya escrita en croata en 1501 y publicada veinte años después, ya en territorio veneciano.
“Croacia es una realidad sobre la que no se puede negociar”. (Šešelj)
“Caliéntate,/ palabra en la palabra – estrella/
sobre las estrellas –/ aquí en la calle, entre la multitud”. (Bijać)
Estamos hablando del flujo humanístico de un Renacimiento europeo pródigo en correspondencias y conocimientos del Otro. No existía Internet, pero se leían a los grandes poetas de tierras distantes. Existía la Inquisición o la amenaza del Imperio Otomano, y ello no era óbice para lecturas y reflexiones
de lo más selecto que se publicaba en la lengua franca de entonces: el latín. Marulić, cristiano católico, supo ser un poeta de espíritu más abierto que otros intransigentes religiosos. Al menos esto se deduce de un opúsculo escrito al final de sus días, donde reconoce su admiración por la obra de Erasmo de Rotterdam.
“El amor no debe nada a nadie nada
Vive gastando sus propios intereses
El capital de ajenos corazones”. (Bošnjak)
“Solo no te calles,/ no lo hagas,/
aqui hay suficientes/ ecos para todos…”. (Cindori)
La espiritualidad, entendida en el más amplio sentido de un acercamiento a lo sagrado (sin olvidar que lo Sagrado también es el prójimo), resulta el ancla milenaria sobre la que se asienta toda buena Poesía. Por ello, la lírica croata es deudora de los notables poetas cristianos que fueron naciendo en su suelo. Además de Marulić, ahí están Mavro Vetranović Kavčić, Iván Gundulić, Ignjat Gjurgjević, Andrija Kačić Míošić, Iván Mažuranić…
“Presiento el regreso a la oración:
A la palabra maternal y al hogar paterno
Al suave ondear de las hojas al crepúsculo”. (Matutinović)
.Quien sabe si llegan hasta El
(y como le llegan) las palabras
con las cuales me despido del día?”. (Machiedo)
Pero estamos en el siglo XXI y Željka Lovrenčić nos expone a poetas de hoy. Poco o nada se conoce de la excelente producción lírica de esa tierra. Yo empecé a entrañarlos gracias a las traducciones que ella viene haciendo desde hace algunos años. Varios libros y antologías llevan su impronta de hispanista
que nos traduce al croata, así como de croata que traduce a sus paisanos al castellano. Su estancia de más de un lustro por tierras chilenas y mexicanas la facultan para este loable empeño.
“Andar de lado, allá donde se pierden
las huellas, alrededor
del gran charco del tiempo”. (Ganza)
“La huella de los anos es desnuda” (Vrkljan)
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Dulce libertad no es, evidentemente, la Piedra de Baška (1100); tampoco es la primera antología que firma Željka como traductora. Pero sí resulta su más cuidada entrega a la lengua de Cervantes y de César Vallejo: ha elegido a doce ‘Apóstoles’ para que esta vez, ya con vocación definitiva, circulen por el ancho territorio del castellano. Luego del inglés, el español es la lengua franca que en este siglo abarca a una amplia parte del mundo, incluyendo a Estados Unidos y Brasil.
Al señor/ cuyo nombre con gusto/ mencionaría
pero no puedo agradezco/ la ternura/
con la que me alimento…”. (Horvat)
“Hija, es bueno que ya no estés/ aquí, donde
desde el principio mueren los muertos”. (Biletić)
¿Qué decir de los poetas antologados? Primero: todos respiran al día de hoy. Segundo: todos tienen una impronta que los diferencia, y ahí radica la riqueza de esta muestra. Tercero: todos aportan versos nada famélicos y nada propensos al simulacro. Cuarto: todos trascenderán la contemporaneidad en esta pequeña (pero bien construida) arca de la filóloga Lovrenčić. Y cinco: todos han aceptado salir por las rendijas del sueño y, ya ataviados con otra vestimenta, volverse peregrinos en los ojos y las memorias de lectores de países cercanos (España) y lejanos (la América hispana).
“Llego a su último paso,
y todavía está deseoso de huir”. (Šalat)
“… y ya hoy/ para mí el mañana se volvió ayer/
.como, imprudentemente,/ ya hoy he gastado
el mañana/ que hace alianza con el ayer?/
.y donde esta mi porción de hoy?”. (Balog)
Y aquí mi recuerdo del excelente poeta Dragutin Tadijanović (1905-2007), cuando en unos versos responde a la pregunta sobre qué poetas extranjeros admira más: “¡Hay muchos en el Mundo,/ Grandes!/ !Todos mis hermanos!”. Y luego cita a los pocos de su lista, no sin antes decir: “Que me perdonen los
demás, por favor”. Pues bien, lo mismo repito yo cuando menciono a Boris Domagoj Biletić, Ružica Cindori, Davor Šalat, Ana Horvat, Stjepan Šešelj, Branimir Bošnjak, Irena Vrkljan, Mladen Machiedo, Zvonimir Balog, Ljerka Car Matutinović, Mate Ganza y a Enerika Bijač. Que me perdonen Delimir Rešicki y los demás que también están en el alto nido de la Poesía croata de hoy. Unos y otros, ¡todos mis hermanos!
Croacia,
nada te distraiga
en esta Libertad
que roza antiguas caricias
con la voz
de aquellos que nunca
se arrodillan.
ALFREDO PÉREZ ALENCART
Universidad de Salamanca
Academia Castellana y Leonesa de la Poesía
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